Suecia se encuentra azotada por protestas en barrios carenciados
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Desde hace cuatro noches que se producen disturbios en varias
localidades de las afueras de Estocolmo.
Una treintena de coches quemados, roturas de ventanas y el ataque a una
comisaría en el noroeste de la capital, derivaron en el enfrentamiento entra la
horda de jóvenes y la Policía sueca, con un saldo de ocho personas detenidas. Los
conflictos comenzaron en el barrio Husby
pero se extendieron a otros distritos, la mayoría poblados por inmigrantes.
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Los problemas comenzaron luego que un inmigrante con problemas
psíquicos murió por disparos de la Policía en uno de los suburbios de
Estocolmo. Las fuerzas de seguridad aseguran que la persona de 69 se encontraba
armado con un hacha y que los había amenazado. Husby es un típico barrio de
inmigrantes, con bloques de apartamentos por zonas mal urbanizadas y con pocos
comercios. De los 12.000 habitantes, el 85% son extranjeros de primera o
segunda generación. Un quinto de la población joven no estudia ni trabaja y los
datos dicen que la renta anual, la tasa de desempleo y los niveles de educación
son peores que la media del país. Los manifestantes se lanzaron a las calles,
incendiando coches, dos escuelas, un centro de arte y contenedores de basura. Los
hechos fueron calificados como actos de vandalismo por parte de las
autoridades. Algunos vecinos han denunciado cargas policiales en su contra e
incluso insultos racistas, se quejan de calificativos como “negros”, “ratas” o
“monos”, lo que ocasionó la apertura de una investigación interna.
El primer ministro, Fredrik
Reinfeldt, declaró que toda la población debe responsabilizarse para poder
restaurar la calma en el país. El titular del ministerio de Integración, Erik
Ullenhag, sostuvo que el tema era una cuestión meramente policial, a diferencia
de aquellos que aseguran que se trata de una consecuencia del aislamiento de
ciertos sectores. Los ultraderechistas del partido Demócratas Suecos pidieron la declaración del Estado de emergencia
y el toque de queda. Este grupo, que tras una hazaña entró en el Parlamento en
2010 con 20 escaños, quiere terminar con la inmigración masiva y el
multiculturalismo. El gobierno de centro derecha no ha logrado reducir el
desempleo juvenil y la pobreza, que pega más fuerte en la comunidad de
inmigrantes. Si bien el nivel de vida se encuentra entre los más altos de Europa, la situación no es la misma que
hace algunos años. Los disturbios se deben en parte al fracaso de las políticas
sociales del gobierno, por las restricciones en las prestaciones sociales que
terminaron derivando en la generación de “guetos” en los suburbios.
El crecimiento de la extrema derecha
Suecia fue gobernada durante más de medio siglo por los socialdemócratas. El modelo de Estado
de bienestar, basado en elevados impuestos, primó por muchos años con altísimos
niveles de vida. Desde la década del noventa el país nórdico redujo el papel
del Estado, causando el mayor crecimiento de la desigualdad en el área de las
economías desarrolladas de la OCDE. La centro derecha ganó las elecciones de 2006 con una plataforma centrista,
colocando a Fredrik Reinfeldt en el poder. El líder del Partido Moderado fue reelecto cuatro años después. A pesar de la
crisis económica que golpeó al país en 2008, logró el apoyo de la población,
aprovechando el declive de los partidos de izquierda. Crítico del Estado de bienestar, el
mandatario consideraba a Suecia como una sociedad adormecida por excesiva protección,
por lo que le insertó dosis de su neoliberalismo.
Para sacar al país de la recesión, sus reformas apuntaron a una política
prudente de privatizaciones y la reducción de la presión fiscal a los
trabajadores.
En el Parlamento
sueco – Riksdag – tienen
representación ocho partidos que se dividen en tres bloques. El primer ministro
posee el apoyo de una gran alianza de liberales,
centristas y democristianos. Mientras que los socialdemócratas, los más
votados de las últimas elecciones, forman una coalición con el Partido Verde y el Partido de Izquierda.
La tercera pata del Parlamento es la extrema derecha que le dio un giro a la
política del país en los últimos años. Con un discurso populista capitalizaron
el malestar de ciertos sectores de la población. Han colocado en el centro del
debate el tema de la inmigración con opiniones hostiles al Islam y
declaraciones xenófobas. El levantamiento violento de los jóvenes inmigrantes,
que no poseen una cultura democrática para protestar por sus derechos, les
permite a los ultra derechistas captar adhesiones. Los disturbios que se
produjeron en estos días son una reacción a las carencias, como por ejemplo el
desempleo, la educación y el racismo estructural, de un sector de la sociedad. Los
recortes de las ayudas sociales llevaron a esta situación y las protestas
parecen ser justificadas. Sin embargo el violento levantamiento no es la opción
correcta y generó rechazo en la mayoría de la población.
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