sábado, 8 de agosto de 2015

A la guerra pero juntos

Nueva Zelanda es rugby. Rugby son los All Blacks. Y los All Blacks son el Haka. Pero detrás de esa pasión y esos alaridos hay algo mucho más fuerte: la muestra viva de una fusión cultural extraordinaria

Los bares repletos y la multitud alborotada frente a las pantallas gigantes, siempre con una cerveza en la mano, son una señal de que los guerreros de camiseta negra están en la cancha. El transporte público gratuito para llegar al escenario donde juegan los All Blacks asegura que los turistas lo tengan como una actividad obligatoria. Las ciudades anfitrionas se revolucionan y los espectadores revientan los estadios.
El momento más emocionante de la noche se vive antes de comenzar el partido, cuando se ejecuta la obra que todos los espectadores quieren presenciar. El público forma parte de una especie de ritual cuando los guerreros neozelandeses se acercan a la mitad de la cancha. Un silencio aturde en el coloso y el capitán dirige a sus soldados, que se encorvan y golpean los muslos y el pecho, al ritmo de esta danza de guerra tribal que cantan a gritos. Los flashes de las cámaras se multiplican en las tribunas mientras los jugadores entran en trance al entonar el “¡Ka mate! ¡Ka mate! ¡Ka Ora! ¡Ka Ora!”.
La danza maorí Haka es reconocida a lo largo y ancho del mundo por ser un ícono de los All Blacks, equipo nacional de rugby de Nueva Zelanda. Creada en 1810 por el jefe de la tribu Ngati Toa, el Ka Mate es una demostración de orgullo, fuerza y unidad. Utilizada por los guerreros maoríes cuando se enfrentaban al enemigo, con el fin de intimidarlos, hoy recorre el planeta a través de la selección número uno del International Rugby Board. Este deporte es como una religión en Nueva Zelanda, por todo lo que implica esta selección y también por ser la principal herramienta de marketing del país.
Una pista de la identidad nacional

El conquistador elimina a los nativos, cambia los nombres de sus ciudades, redistribuye sus tierras, establece una nueva imagen nacional, pone fecha de “descubrimiento” y borra el pasado. Esa es la regla de las conquistas del mundo. Y Nueva Zelanda es la excepción que la confirma.
El himno de Nueva Zelanda se canta en dos idiomas. El Haka atraviesa los estratos sociales y los colores de piel. La sociedad es una sola cuando la ovalada se pone a picar. Pero no se trata de un paréntesis en la realidad del país, sino otra prueba de su gran inclusión social.
Google Maps parece hackeado. Hacer zoom en Nueva Zelanda resulta confuso. El país de bandera azul con estrellas rojas, como la de Gran Bretaña y de Australia, tiene ciudades con nombres que no pueden ser en inglés. Whangarei, Tauranga y Whakatane no deberían convivir con Christchurch, Wellington o Queenstown, pero parece que sí. El mapa del país más aislado del mundo transmite su historia y su cultura ni bien se bosqueja un viaje por sus tierras; es la prueba visible de una armonía social casi perfecta.
Esta doble influencia también se aprecia al aterrizar: las azafatas de la aerolínea entregan los formularios migratorios y, además de en inglés, están escritos en idioma maorí. A continuación, por todos lados se escucha Haere Mai, que significa bienvenido en la (otra) lengua oficial de Nueva Zelanda.
Sus islas son resultado de la fusión de una cultura predominantemente británica y el legado de las tradiciones indígenas ancestrales de la región. Olvidados durante un siglo, los maoríes recuperaron ciertos derechos en las últimas cinco décadas y en la actualidad se encuentran incorporados a la sociedad de forma plena.
Un hombre alto, robusto de piel color café con leche, pelo oscuro y labios carnosos, atiende la biblioteca pública del centro de Auckland, la ciudad más grande del país. Si el hecho de tener tatuajes fuera un obstáculo para acceder a un puesto laboral en Nueva Zelanda, el número de desocupados sería récord mundial. Pero en el país no importa la cantidad ni la ubicación; el bibliotecario tiene muchos y sobresalen los del mentón y las mejillas.
Aotearoa, que significa “tierra de las grandes nubes blancas” en maorí y es la denominación indígena de Nueva Zelanda, tiene pobladores nativos de 56 tribus distintas entre sus 4,5 millones de habitantes. Si bien el censo de 2013 determinó que los maoríes representan el 15% del total de neozelandeses, la influencia de estos aborígenes es mucho mayor. La minoría más grande del lugar tuvo un papel protagónico en la historia, juega un rol clave en el presente y constituye un pilar de la identidad del país.
Un hueso duro de roer

Maorí quiere decir “originario del lugar” y su significado no es en vano; la fuerza con la que estos indígenas defendieron su tierra contra los pakeha (aquel que viene de fuera del lugar) es llamativa. Tanta tradición y fuerza física llevaron a que los maoríes intentaran resistir la llegada de la Marina Real Británica con toda su potencia. Y el lado invasor lo sintió. Además de pelear y afectar al adversario con bajas considerables, intentaban negociar acuerdos para finalizar la batalla. La colonización europea no fue sencilla y esa es la principal razón por la que hoy conviven ambas civilizaciones, a diferencia de las demás tribus indígenas de la región, como las del territorio australiano, que son minorías completamente marginales y sus condiciones están lejos de cambiar.
La llave de la actual convivencia entre el pueblo indígena maorí y la población de origen europea fue el Tratado de Waitangi, firmado en 1840, en el que representantes de la reina Victoria y 500 jefes nativos acordaron la paz. El documento fundacional establecía que los británicos tendrían cierta autoridad sobre el territorio y si bien se hablaba de convivencia, los intereses europeos y los del pueblo local provocaron choques constantes. Se estima que entre la represión y las guerras de las primeras cinco décadas, los maoríes perdieron a la mitad de sus integrantes.
Las condiciones en las que se alcanzó el tratado fueron muy polémicas. Durante décadas, a raíz de que los indígenas firmaron algo que no sabían leer y que no significaba lo que les tradujeron, el pueblo maorí se ubicó en una posición poco privilegiada: perdió sus tierras y se empobreció de forma notoria. Sin embargo, a mediados del siglo XX la situación empezó a cambiar.
La creación del Ministerio de Asuntos Maoríes en 1947 tuvo como objetivo la corrección de las injusticias históricas que sufrieron los maoríes y buscó integrar esta población al sistema de salud y de educación, para poder acortar la brecha socioeconómica. En los años de 1960, además, el cambio en materia de integración y reconocimiento de la cultura maorí pasó de las declaraciones a los hechos y hubo modificaciones sustantivas en el desarrollo político, económico y social de esta minoría neozelandesa.
El tribunal de Waitangi, creado en 1975, escuchó las protestas de las tribus maoríes con respecto a sus tierras ancestrales, lo que dio comienzo a un proceso revitalizador de la cultura e idioma maoríes que tuvo como punto de inflexión la Ley de la Lengua Maorí (1987), que la establece como idioma oficial junto al inglés. En la actualidad, existen planes de inserción y apoyo a iniciativas productivas, principalmente en el turismo y la actividad forestal. El gobierno entendió que lo bueno para los maoríes era bueno para Nueva Zelanda.
Tradiciones vivas

Una ciudad de la isla norte de Nueva Zelanda llamada Rotorua es la sede principal de la cultura maorí en estado vivo. Este poblado de 60 mil habitantes (mayoritariamente maoríes) emana una vibra especial y contagia una mística ancestral. No es extraño caminar por sus calles y ver erupciones de agua y vapor como si salieran de la boca de un volcán. Un aroma particular a azufre (bastante feo) inunda la zona y abundan las piscinas de lodo, baños de aguas termales y los centros de reunión típicos de la tribu: todos decorados con muñecos de ojos bien abiertos y lengua afuera (gesto de guerra utilizado para intimidar al enemigo).
Rotorua es considerada el centro de la cultura turística maorí y un tour por el pueblo indígena muestra la diversidad de sus tradiciones. Al llegar, los guías saludan a los extranjeros con el hongi, el equivalente a estrechar las manos en el mundo occidental pero con una mayor cercanía corporal. Las personas se ponen cara a cara, nariz con nariz, para mostrar afecto, amor y proximidad; la tradición dice que así, respirando juntos, se consigue el ha (aliento de vida), y se establece un nexo de unión. El tradicional saludo maorí es una costumbre conocida en el mundo y las fotografías del rey de España junto a un indígena kiwi (otra forma de denominar a los nativos de Nueva Zelanda, porque así se llama su ave nacional) estuvieron presentes en las portadas de los principales diarios europeos.
El paseo continúa y es hora de ver el hangi, comida cocinada en un horno de tierra. Se trata de un método antiguo de cocción maorí, que implica cocinar alimentos en pozos calientes, resultado de los vapores que ascienden desde el suelo. Así se suelen preparar los platos de cerdo, pollo y papas que los maoríes comen con tanta frecuencia. La principal virtud de este método es que la comida nunca se pasa de cocción: si un alimento necesita tres horas y lo dejan dos días, al sacarlo sigue en el punto exacto para servir.
El recorrido también incluye la visita a los marae, una especie de templo y sala de reunión para los maoríes. En estos predios, pertenecientes a una determinada tribu, se establece una comunidad que, si bien no vive permanentemente allí, suele quedarse a dormir en ocasiones especiales. La sala más sagrada es el wharenui, la cual arquitectónicamente representa un cuerpo humano y está llena de tallados que referencian al pasado de la tribu. El arte maorí además es un tesoro que evidencia sus habilidades técnicas.
Durante el día, también hay muestras de baile y momentos para comprar suvenires pero resulta inevitable que surja el tema de los tatuajes, muestra pictórica móvil de la herencia y cultura de estos aborígenes. En el pasado significaban la historia de cada persona pero en la actualidad están extendidos y los diseños maoríes, en su mayoría de forma espiral, también se utilizan por motivos estéticos. El moko era el tatuaje facial con el cual el maorí se distinguía y referenciaba a su clan; los hombres maoríes se realizaban tatuajes en la cara, los muslos y las nalgas, mientras que las mujeres los llevaban en los labios y debajo de la boca hasta el mentón.
Nueva Zelanda se cuestiona el pasado y busca consolidar una identidad propia, que se palpa en cada rincón del país. El legado maorí y sus costumbres son parte de esta nación y cada día son más reconocidos.

En la actualidad los maoríes mantienen sus reuniones a nivel de tribu para discutir sus principales preocupaciones. Además tienen presencia en el Parlamento de Nueva Zelanda. La voz política fue clave para regenerar su riqueza económica y bienestar social. Hoy en día, el Partido Maorí forma parte de la coalición de gobierno encabezada por el Partido Nacional, lo cual permite que las comunidades influyan en las políticas del país.
Un pabellón en cuestión

La cultura neozelandesa sobrepasa el legado británico. La mezcla de tradiciones tiene como resultado una identidad propia e incluso un deseo de mostrar las diferencias con el pasado colonial. Tal es así, que el primer ministro kiwi, John Key, realizará una consulta popular para cambiar la bandera del país.
El actual pabellón es azul y tiene en su esquina superior izquierda la Unión Jack (combinación de los símbolos de los santos patrones y actual bandera del Reino Unido) y a la derecha la Cruz del Sur (estrellas rojas con bordes blancos). Si bien la bandera de Australia (el hermano mayor) difiere por la cantidad y tipo de estrellas, la confusión es frecuente y representa una de las principales críticas que llevaron a esta votación.
El primer referéndum tendrá lugar a fines de 2015 y decidirá entre tres o cuatro diseños de bandera, que serán elegidos por un panel de expertos integrado por legisladores de todos los partidos. El primer ministro ya se manifestó a favor de la enseña negra con una hoja de helecho de color plata, presente en varios símbolos nacionales pero mundialmente conocida por ser el emblema de los All Blacks.
La extraña promesa electoral de Key, quien argumenta que Nueva Zelanda ya no está dominada por el Reino Unido, se completaría con una segunda consulta en abril de 2016, cuando se decida a nivel popular por la propuesta nueva o la actual. Más allá de lo que pueda ocurrir (las encuestas se muestran muy volátiles), el hecho es significativo por sí mismo.

Nueva Zelanda se cuestiona el pasado y busca consolidar una identidad propia, que se palpa en cada rincón del país. El legado maorí y sus costumbres son parte de esta nación y cada día son más reconocidos. Ambas tradiciones, la británica y la aborigen, conservan sus raíces pero se han mezclado de tal manera que hoy conforman una nueva raza. Las tribus indígenas han visto su papel limitado a ser quienes habitan las tierras por primera vez y las explotan hasta que llega una fuerza superior que los extermina o diezma al punto de dejarlos imposibilitados de luchar. Los relegan a su condición de minoría que se queja. Las reacciones ante estas protestas varían en cada caso pero casi siempre se limitan a subsidios económicos con los que el gobierno “lava” sus culpas colonizadoras. No son muchos los casos en los que las tribus indígenas tienen una importancia cultural relevante. Pero los hay y les hacen bien a los países que pasan ese límite. Nueva Zelanda es una prueba de ello.

jueves, 30 de abril de 2015

Restablecimiento de las misiones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos

El 17 de diciembre de 2014 no fue un día cualquiera. Medios de comunicación anunciaban el final de una era y el comienzo de una nueva etapa. Títulos informativos sobre “el fin de la Guerra Fría en América” coparon los portales de innumerables páginas web. El objetivo que plantea este artículo es analizar el anuncio del restablecimiento de las misiones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, las repercusiones que tuvo el significante hecho, los avances de los primeros meses del 2015 y las perspectivas a futuro.

Dos anuncios, uno en Washington y otro en La Habana, dieron un gran paso hacia el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, quebradas desde 1961. En un discurso desde la Casa Blanca, el presidente norteamericano, Barack Obama, reconoció el fracaso de las políticas de su país con respecto a Cuba. Remarcó que el aislamiento no ha funcionado y por ello pidió un debate honesto en el Congreso sobre el fin del embargo comercial a la isla. Paralelamente en la capital de Cuba, el presidente de dicho país, Raúl Castro, afirmó que las partes se habían comprometido a adoptar medidas para mejorar el clima bilateral pero que ello no significaba que el principal problema, el bloqueo económico, comercial y financiero, se haya resuelto.

Las comunicaciones se dieron horas después de que se concretara un intercambio de presos. Cuba liberó al contratista estadounidense Alan Gross, que llevaba más de cinco años de prisión en Cuba y a un espía de nacionalidad cubana que trabajaba para Estados Unidos y estaba preso desde hace veinte años. En el intercambio el gobierno norteamericano liberó a tres espías cubanos que estaban detenidos en Estados Unidos. El acuerdo es fruto de una negociación de más de un año que tuvo al Papa Francisco en un rol central y que se cerró con una conversación telefónica entre Barack Obama y Raúl Castro. Sin embargo más allá de los anuncios, el poderío del Partido Republicano en el Congreso es clave en el entendimiento de la relación entre Cuba y Estados Unidos, debido a que Obama no puede levantar el embargo por sí solo, debido a que para eliminar algunas sanciones se necesita la aprobación del Poder Legislativo.

Los anuncios fueron importantes ya que hasta el momento los intentos de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos habían fracasado, tanto por las presiones del exilio cubano para no realizar concesiones con la dictadura de los Castro, la detención de Alan Gross o por el desinterés de Cuba de perder el argumento del embargo como causa de los males del país.

Primeras repercusiones de los anuncios

El presidente Obama declaró que el cambio de política no implica abandonar la bandera de los derechos humanos y la democracia en Cuba, sino la búsqueda de una nueva estrategia a través de la apertura. En este sentido insistió en la importancia de las medidas facilitadoras del comercio y los viajes, lo cual puede hacer circular ideas que terminen desencadenando en cambios políticos en la isla. Además desde la Casa Blanca se insiste en que la apertura hacia Cuba es cuestión de interés nacional porque genera tensión con el resto de los vecinos de América Latina.

Raúl Castro elogió el gesto de Obama remarcando que la decisión merece el respeto y reconocimiento. La euforia oficialista cubana incluyó pasajes de diálogo como la propuesta de convivir en forma civilizada. En su discurso en la Asamblea el 20 de diciembre, Castro reconoció que la lucha para acabar con el bloqueo será larga y que necesitará continuos reclamos internacionales y de la sociedad estadounidense. En su alocución, Raúl Castro afirmó que estará presente en la séptima cumbre de las Américas y pidió respeto a Estados Unidos sobre el sistema comunista cubano.

Una de las primeras voces contrarias a los anuncios fue la del senador republicano Marco Rubio, hijo de cubanos, quien prometió realizar lo posible para bloquear el intento peligroso del presidente Obama de “abrillantar su legado a expensas del pueblo cubano”10. Sin embargo los tiempos han cambiado en el exilio cubano en Miami. Una encuesta elaborada en junio de 2014 por el Instituto de Investigación Cubano de la Universidad Internacional de Florida, expresó que la mayoría de la comunidad cubana pedía levantar el embargo a la isla. Un 52% se manifestó a favor, ocho puntos porcentuales más que en 2011.

El sondeo se realizó un mes después de que personalidades políticas, empresarios y ex cargos militares pidieran al presidente Obama una atenuación en el embargo. También la opinión se recabó luego de que una delegación de la Cámara de Comercio de Estados Unidos viajara a La Habana para conocer las reformas económicas que lidero Raúl Castro y las oportunidades que se podían presentar.

Dentro de la disidencia cubana hubo reacciones distintas a los anuncios de Obama y Castro. Existieron opiniones que consideran positivos los acuerdos que facilitan los cambios políticos necesarios y apelan a futuros pasos concretos en relación a los derechos humanos. Pero también están aquellos que consideran un error de Obama el darle oxígeno a la dictadura cubana. En la isla celebraron la excarcelación de los presos más simbólicos y esperan con ansias de cómo puede cambiarle su situación el posible levantamiento del embargo. La expectativa es que haya más comercio y turismo relataron los ciudadanos a las agencias internacionales.

Por otra parte, la periodista y crítica del régimen castrista Yoani Sánchez expresó que con estos anuncios el castrismo había ganado y que se esperaban largas semanas en las cuales el gobierno de Cuba se proclamaría vencedor de la última batalla entre ambos países. En un artículo publicado en la web 14 y medio, cuestiona cuál será el próximo paso de La Habana una vez producido el intercambio de presos y por ende solucionado el principal obstáculo para el restablecimiento de las relaciones.

Desde los países de América Latina se aplaudió la decisión de Estados Unidos tanto por parte de los aliados de Washington como de aquellas naciones que tienen relaciones más tensas con la potencia del norte. Sin embargo la unanimidad no se reflejó en la Organización de Estados Americanos donde ante la posibilidad de emitir un comunicado afloraron viejas divisiones. La Cumbre de las Américas, que se realizará en Panamá en abril de 2015, será el escenario en donde se reunirán las principales figuras de los gobiernos americanos.

Primeros avances en la relación

La normalización de las relaciones entre los países abre la posibilidad a que empresas estadounidenses comiencen a acercarse al mercado cubano. Pese al empobrecimiento de la isla, los grupos consultores expresan que se empezó un camino irreversible en el desmontaje del embargo. Cuba importa más del 80% de los productos que consume y eso supone una gran oportunidad para el business, por lo que supone un 19 mercado de 11 millones de consumidores a pocos kilómetros de la costa sureste de Estados Unidos.

Las posiciones de la tercera generación de cubanos – americanos que remarcábamos anteriormente se suman a otros apoyos conservadores como el lobby empresarial de la Cámara de Comercio o el de la Federación de Oficinas Agrícolas Americanas. Ambas son defensoras del liberalismo económico y se encuentran en la búsqueda de que una nueva etapa permita aumentar las exportaciones de productos hacia Cuba. Sin embargo esto no supone un triunfo para la administración de Obama ya que la llave para levantar el embargo la tiene el Congreso, no dispuesto a darle la derecha al presidente afroamericano y en donde más se hacen oír las voces de los legisladores de origen cubano, tanto republicanos como demócratas.

Desde el anuncio de normalización también se produjeron una serie de episodios como el arresto a fines de diciembre de activistas y periodistas opositores al régimen cubano. Esto motivo un comunicado del Departamento de Estado norteamericano en el cual condena el acoso de La Habana por las detenciones arbitrarias para silenciar las críticas, perturbar reuniones pacíficas e intimidar a los ciudadanos. Además estableció que como parte de este proceso de normalización de las relaciones entre ambos países, Estados Unidos seguirá presionando al gobierno cubano para que cumpla con las normas y compromisos hemisféricos. El capítulo continuó a principios de enero cuando Cuba comenzó a liberar presos políticos como parte del compromiso con Estados Unidos de excarcelar una lista de 53 prisioneros, lo cual se completó el 12 de enero.

A mediados de dicho mes una delegación de congresistas demócratas de Estados Unidos viajó a Cuba para comenzar a delinear el primer encuentro oficial luego del anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Uno de los legisladores fue el senador Patrick Leahy, quien ya se había entrevistado con Raúl Castro años atrás y que también fue parte del proceso de liberación de Alan Gross. La visita de este grupo se dio días después de que comenzaran a regir las medidas flexibilizadoras de Washington con La Habana y luego de la excarcelación de los presos.

Estas medidas flexibilizadoras que rigen desde el 16 de enero implican que los estadounidenses puedan viajar con mayor facilidad a Cuba, enviar remesas, comunicarse y comerciar determinados bienes hacia y desde la isla. La Casa Blanca aseguró que estos cambios permitirán a los estadounidenses ofrecer más recursos para apoyar al pueblo cubano. Si bien se mantuvieron algunas restricciones, los 20 norteamericanos podrán por ejemplo viajar sin necesitar licencia específica del Departamento del Tesoro y utilizar tarjetas de crédito estadounidenses. Según Washington estas medidas de flexibilización de restricciones comerciales y financieras (ampliación del envío de remesas, exportación de materiales de construcción y herramientas, exportación de productos de telecomunicaciones) ayudarán a emprendedores privados cubanos y al fortalecimiento de la sociedad civil.

Las primeras conversaciones oficiales se produjeron el 21 y 22 de enero en la capital de Cuba. Roberta Jacobson, secretaria de Estado adjunta para Asuntos Hemisféricos y asesora de John Kerry (jefe de la diplomacia norteamericana) en temas de América Latina, fue la encargada de dirigir la delegación estadounidense. Josefina Vidal, directora del departamento cubano dedicado a Estados Unidos, encabezó la comitiva local. Ambas coincidieron que el proceso de normalización completa será muy largo.

Las conversaciones migratorias fue uno de los principales puntos, un tema que representaba el único canal de comunicación oficial entre ambos países previo a su cancelación en 2013. Pero la cuestión clave fue la reapertura de embajadas en Washington y La Habana. El interés principal de Raúl Castro es que el restablecimiento supone un respeto recíproco del sistema político y económico de cada uno de los países mientras que la delegación norteamericana llegó a la reunión con una lista concreta de pasos para lograr la reapertura de misiones diplomáticas.

Con respecto a los temas migratorios, Cuba ofreció información sobre las reformas que se implementaron en la isla desde enero de 2013. A su vez la delegación expresó preocupación por la vigencia en Estados Unidos de la Ley de Ajuste Cubano, promulgada en 1966, que permite a los emigrantes cubanos que llegan por cualquier medio a Estados Unidos, obtener la residencia luego de estar un año en el país. A lo cual se sumó una política de Bush de brindar residencia a profesionales cubanos que abandonen misiones internacionales en terceros países.

En febrero el Departamento de Estado levantó restricciones sobre la importación de bienes y servicios desde Cuba con la condición de que solo podrán venderle productos a Estados Unidos los emprendedores privados, un sector en el que Washington confía debido a que dependen en menor medida del gobierno cubano. Con la publicación de la lista de productos que se pueden importar, el Departamento de Estado volvió a insistir en el concepto de que empoderar al pueblo cubano y la sociedad 21 civil es la clave en la política hacia Cuba.

En este contexto de avances lentos pero firmes, a mediados del segundo mes del año un grupo bipartidista de congresistas presentó un proyecto (denominado Ley de Libertad para la exportación a Cuba) para eliminar todas las restricciones que impiden el comercio con Cuba, esto quiere decir levantar el embargo comercial y financiero que existe desde 1961. El proyecto tiene como objetivo, según la senadora demócrata Amy Klobuchar, dar vuelta la página en la relación con Cuba. Esta nueva ley derogaría la norma vigente (Ley Helms-Burton que establece requisitos duros para levantar el embargo) sobre restricciones al comercio con la isla.

Perspectivas a futuro

La segunda ronda de negociaciones para la reapertura de las embajadas se celebró en Washington el 27 de febrero. Ambas delegaciones reconocieron la existencia de avances pero sin dar mayores detalles. Días después Obama en declaraciones a la agencia internacional Reuters expresó que veía posible la apertura de la Embajada de Estados Unidos en el corto plazo. El avance es de cara a la Cumbre de las Américas que se realizará en abril en Panamá.

En este sentido el gobierno cubano ha manifestado su intención de ser excluido de la lista de países que patrocinan el terrorismo. El objetivo de ambos parece ser el restablecimiento de las relaciones diplomáticas previo a la cumbre en Panamá, eso no supone aún la apertura de las embajadas, el cual no entraría en ese paquete de negociaciones pero sí que la isla sea quitada de la lista a la cual fue agregada en 1982 por la acusación de colaboración y respaldo a movimientos insurgentes durante la Guerra Fría.

Los avances de la relación entre Cuba y Estados Unidos han dado el primer gran paso y es difícil pensar en una vuelta atrás. Hay condiciones importantes que se fueron dando en los últimos años que permiten imaginar un nuevo capítulo en la historia de la relación entre ambos países. Algunas de ellas son: las reformas económicas de Raúl Castro, el papel de los cubanos americanos, la transformación del exilio, el interés comercial del lobby empresarial – agrario norteamericano y el impulso de un gobernante como Obama que plantea un cierto quiebre con respecto a las políticas del pasado.

En este sentido se desprenden varios puntos interesantes de destacar. La Cuba de 22 2015 no es la misma que hace 10 años atrás. Desde la llegada al poder de Raúl Castro en 2008 existieron avances en lo que refiere a aspectos económicos, ya no estamos en presencia de una Cuba empecinada en cerrarse al comercio, lo cual genera una ventana de oportunidad. Esto se complementa con un cambio en el exilio cubano, que se concentra principalmente en Miami. Los expertos aseguran que el apoyo a la oposición al embargo crece en la población más joven y entre aquellos recientemente llegados desde la isla, que han sufrido no solo la dictadura cubana sino también el embargo norteamericano.

Estados Unidos recobra legitimidad en los últimos años en su política de defensa de los valores de la libertad de expresión. Obama plantea que sancionando y bloqueando no se promueven la democracia y los derechos humanos, por lo cual proyecta un cambio de estrategia. Un grupo de políticos norteamericanos apoya esa visión, lo cual implica una oportunidad en una nueva relación con Cuba, pese a la oposición que tiene el presidente afroamericano en el Congreso.

Pero hay un aspecto culmine en este camino y es el paso final de este proceso, hacia dónde conllevará este posible restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. El líder cubano y Barack Obama estrecharon sus manos en la Cumbre de las Américas realizada en Panamá, planteando ambos un diálogo con paciencia. En dicho encuentro los mandatarios se pusieron de acuerdo para abrir embajadas en ambos países y Obama se comprometió a retirar a Cuba de la lista de los países patrocinadores del terrorismo.

La participación del gobierno de Raúl Castro en la Cumbre plantea un tema definitorio y es la cuestión democrática en la isla. La Carta Democrática Interamericana y su cláusula impuesta desde 2001 es un corte difícil de asumir para Cuba. En este sentido, Castro ha reiterado en varias ocasiones que Estados Unidos debe respetar el sistema político cubano. Más allá que desde Washington no se vaya a presionar a Cuba, los norteamericanos esperan que los cambios económicos del último tiempo y las flexibilizaciones puedan desencadenar en modificaciones más profundas en la isla. Sin la excusa del embargo norteamericano, el régimen cubano deberá vitalizar su economía o enfrentarse a más demandas, internas y externas, por cambios en las libertades.


Otras complicaciones en contra del entendimiento entre ambos países pueden llegar de la mano de los extremismos, tanto de la derecha conservadora republicana como de los defensores del socialismo del siglo XXI. Queda por saber si prevalecerá el 23 pragmatismo de los actuales mandatarios o si este relanzamiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos quedará empantanado por las presiones de visiones retrógradas de la geopolítica actual.

lunes, 2 de febrero de 2015

El desafío uruguayo: de Suiza a Finlandia

“¿Por qué los bebés de Finlandia duermen en cajas de cartón?” fue el título de una de las notas más leídas del portal británico BBC Mundo en 2014. El artículo explica las causas por las que el país nórdico posee una de las menores tasas de mortalidad infantil en el mundo y uno de los mejores sistemas educativos. Por estos índices y varios otros, Finlandia es referencia constante como modelo de desarrollo.

Algunos expertos aseguran que Uruguay está en la senda de convertirse en un país desarrollado. Es una visión muy optimista pero también es real. Sin embargo también se dice que nuestro país no puede ser como Noruega, Suecia o Finlandia en cinco o diez años. Quizás no podemos exigir indicadores de primer mundo a una o dos administraciones de gobierno. Pero, ¿es tan alocado pensar que en 15 años el Frente Amplio deba, al menos, sentar las bases del desarrollo?

La principal fuerza política actual de Uruguay llegó al poder en 2005 de la mano de Tabaré Vázquez. El primer mandatario de izquierda dejó el cargo con un 60% de aprobación gracias a diferentes logros alcanzados por su gobierno. El Frente Amplio inició una transformación del país. La reforma impositiva, el Plan Ceibal, la reducción de la pobreza y la reforma de la salud son algunos de los íconos principales de la primera presidencia frenteamplista.

Los desafíos que asumió la segunda administración los dejó claros el propio presidente José Mujica en su discurso de asunción en el Parlamento. “Educación, educación y educación” es una frase de aquel día que a todos nos quedó grabada. El “Pepe” tiene claro que en la educación e innovación se nos va la vida como país. Años después el propio Mujica reconoció los problemas en dicha área clave para el futuro del Uruguay. Y no es casualidad que Vázquez se haya comprometido a cambiar el ADN de la educación.

Finlandia, país de 5.3 millones de habitantes, se enorgullece de tener uno de los mejores sistemas educativos del mundo. Sin embargo no es el que más invierte (menos del 7% del PBI), ni el que tiene mayor carga horaria ni el que manda más tareas domiciliarias. Sin embargo ocupa los primeros lugares en las pruebas PISA. La educación gratuita, el concepto de igualdad de oportunidades y la selección exigente del profesorado son algunas de las características del sistema educativo finlandés.

América Latina está muy lejos de las bases de este modelo finlandés. El Estado de Bienestar de los países nórdicos nunca llegó a nuestras tierras. Copiar y pegar un sistema resulta complejo ya que cada país tiene características distintas, pero siempre se puede aprender de experiencias ajenas para mejorar puertas adentro.

A pesar de los problemas en educación, el gobierno de José Mujica fue clave en materia de derechos. Uruguay aprobó el matrimonio igualitario, una medida de igualdad que posiciona al país a la misma escala de países desarrollados, y legisló sobre salud sexual, temas que se debaten en las sociedades más avanzadas. Otro de los logros de Mujica fue colocar a Uruguay en el mapa internacional. Por su forma de vida y por actitudes humanistas como la recepción de refugiados sirios, Uruguay fue reconocido.

Nuestro país entra en este 2015 en una situación muy distinta a la de 2005. Las mejoras económicas, la suba del salario y la cobertura social de sectores antes desprotegidos provocaron cambios en estos diez años. Como declararon los propios dirigentes frentistas la noche del balotaje, el voto fue de apoyo pero de compromiso. El votante depositó la confianza pero con el anhelo en seguir adelante. El fervor de la victoria no puede hacer olvidar los desafíos que aún restan afrontar.

Los índices de democracia, distribución del ingreso y pobreza del Uruguay son referencia en América Latina. Sin embargo, considerando que estamos frente a la región más desigual del mundo, deberíamos apostar a más, a mayor crecimiento económico y más igualdad de oportunidades.  

El politólogo Daniel Chasquetti imagina a Uruguay como la Finlandia de América Latina en el futuro (1). Este país nórdico dio un gran salto en dos décadas para ser uno de los lugares en donde mejor se vive. Nuestro país, con un sistema político fuerte y con amplios consensos en varios temas, debería proponerse ese horizonte. Si el primer gobierno del Frente fue el de las reformas y el segundo el de los derechos, el tercero tiene que consolidar el camino de Uruguay hacia un país de primer mundo.

Tabaré Vázquez lo dejó claro en su primer discurso como nuevo presidente electo: no hay que pensar tanto en las futuras elecciones y hay que pensar más en las futuras generaciones. Ese concepto debe primar tanto en el oficialismo como en la oposición. Proyectos amplios, de mediano y largo plazo, que catapulten a Uruguay al primer mundo. Si es verdad que alguna vez fuimos la Suiza de América, por qué no ser la Finlandia de América y marcar el camino de desarrollo para la región.

(*) Lic.Diego Telias – @diegotelias
 Columnista, Investigador, Analista internacional – Licenciado en Estudios Internacionales en la Universidad ORT – Estudiante de la Maestría en Ciencias Políticas de UDELAR. Autor de Espacio Infoco http://espacioinfoco.blogspot.com/

(1) Chasquetti y la Finlandia de América
*Por qué los bebés de Finlandia duermen en cajas de cartón

* Pablo Ferreri: “Ponerse la meta de ser Noruega es muy bueno como horizonte”

viernes, 26 de septiembre de 2014

China en una disyuntiva democrática

En las últimas semanas se produjeron en Hong Kong protestas por reformas democráticas. ¿Será el inicio de algo mayor o simplemente quedará como un movimiento aislado? En 2017 se realizarán elecciones con voto directo en la Región Administrativa Especial pero ¿en qué circunstancias? ¿Hasta dónde se animará China a avanzar hacia la democracia? Y en ese caso ¿qué pasará después?  

Las calles céntricas de Hong Kong se vieron distintas en los últimos meses. La usual marcha anual del 1° de julio, día que se conmemora la devolución de la región a China por parte de los británicos, fue el comienzo de una serie de movilizaciones que reclaman mayor democracia. El movimiento Occupy Central lanzó una campaña de desobediencia civil en contra de la reforma electoral planteada por China.

La consecuencia directa de una manifestación sin autorización policial fue la detención de 500 personas, lo cual provocó concentraciones frente a la sede del gobierno local. Los manifestantes se mostraron reforzados por la realización de un referéndum no oficial (considerado como ilegal por China) que reunió a 700.000 personas a favor del sufragio universal. Una expresión contraria al pensamiento de Beijing de que el modelo de democracia occidental no es el adecuado para China.

Con el gobierno de Xi Jinping la vigilancia pública en China continental aumentó y las condenas contra los críticos al régimen han sido más fuertes. A ello se les suman los controles a las redes sociales y las presiones o encarcelamientos a los activistas que reclaman mayor transparencia. En este contexto y debido a la promesa china de implantar un sufragio universal en los comicios de Hong Kong de 2017 es que se plantea esta situación de reclamo.

En junio el gobierno del Partido Comunista publicó un libro blanco sobre Hong Kong, recordándole a su población que el territorio tiene autonomía sobre los asuntos locales en la medida que el poder central lo permita. Beijing estaría de acuerdo con el voto directo pero limitado a candidatos que “amen a la patria y a Hong Kong”, es decir que cuenten con el beneplácito de China y simpaticen con el Partido Comunista.

Actualmente Hong Kong tiene un gobernador que es electo por una comisión de 1200 miembros (empresarios y notables) cercanos a Beijing y una cámara legislativa compuesta un 50% por candidatos electos por voto popular y 50% por representación funcional (personas adeptas a mantener el statuo quo). Esto es lo que establece la Ley Básica, una especie de Constitución de Hong Kong, pero a su vez estipula el sufragio universal como meta, compromiso que asumió China en 2007 para un plazo de diez años.

En 1997 Thatcher y Zhao firmaron la devolución de Hong Kong a China y esto como resultado la implantación de una zona especial autónoma con su propio sistema político, jurídico y de libertades económicas y de expresión (no del todo abierto). Implicó el slogan utilizado por China de “un país, dos sistemas”, que hoy parece verse amenazado tanto por los sectores conservadores como por los estudiantes universitarios que ven sus libertades amenazadas.

El gobierno local de Hong Kong se pliega a Beijing al recomendar la reforma electoral propuesta por China (que sea un comité y no el público el que designe los candidatos). En este sentido el actual jefe del gobierno autónomo CY Leung expresó que esa es la opinión extendida de los ciudadanos. Sin embargo el movimiento Occupy Central está decidido a eliminar ese filtro y que los ciudadanos tengan derecho de elegir y ser electos. Inspirados en los indignados occidentales reclaman por sus libertades.

En Macao, la antigua colonia portuguesa, también surgieron reclamos e iniciativas similares en los últimos años. Es un tema complejo para Beijing debido a que el margen de acción no es tan grande como parece. Los atropellos que comete China en otras regiones aisladas (como por ejemplo con los uigures en Xinjiang) no los puede realizar en Hong Kong a la vista de todo occidente. La masacre de Tiananmen en 1989 no se puede reproducir en la isla de Hong Kong en 2014 frente a la prensa internacional sin embargo también es difícil que algún país alce la voz contra la dictadura china.

Ante estas movilizaciones ¿la alternativa de China es abrir un poco el grifo de la democracia? Sería una decisión costosa para el Partido Comunista. ¿Cuánto podría demorar una ciudad occidentalizada como Shanghái en empezar a reclamar por apertura democrática? Y qué ocurre si realmente los chinos están preparados para la democracia, como lo niega Beijing. El efecto dominó podría ser letal.

En definitiva, hasta el momento la consigna “un país, dos sistemas” se mantiene pero surgen otros escenarios en un mediano plazo. “Dos países, dos sistemas” si China larga la cuerda, “un país con un sistema quebrado” si se reproducen estas movilizaciones o incluso “un país, un sistema” ya sea por el mantenimiento de un control férreo de China en Hong Kong o una mayor apertura democrática del gigante de oriente.

jueves, 11 de septiembre de 2014

¿Hacia dónde va Turquía?

La potencia regional tiene desde hace pocos días un nuevo presidente: Recep Tayyip Erdogan. El ex primer ministro, cargo que ocupó durante 11 años, intenta cambiar el sistema parlamentario a uno semi presidencialista para de esa forma llegar al centenario de la nación (2023) como máxima figura política. Sus desbordes autoritarios y la búsqueda de permanecer en el poder opacan la primera etapa de Erdogan, elogiada por propios y extraños.

El 10 de agosto, en una especie de plebiscito hacia su persona, Erdogan ganó con el 51.8% las primeras elecciones presidenciales por voto directo. Los principales partidos de oposición (CHP y MHP) acudieron a los comicios liderados por Ekmeleddin Ihsanoglu, un académico de 70 años que logró atraer el voto de los islamistas más moderados, alcanzando un 38.4%. El tercer contendiente fue Selahattin Demirtas del Partido Democrático de los Pueblos y representante de los kurdos, que obtuvo el 9.7%.

La primera etapa de Erdogan fue alabada debido a que sometió al Ejército (clave en la historia política turca), triplicó el PBI del país, amplió las oportunidades de consumo, desarrolló infraestructura y mejoró las condiciones para la ciudadanía de ingresos bajos y medios. El ex alcalde de Estambul y líder del Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP) fue apoyado por sectores liberales debido a que dejó de lado el nacionalismo e inició las conversaciones de adhesión con la Unión Europea. Surgía un modelo de Turquía modernizadora y occidental.

Pese a ello la figura de Erdogan comenzó a dividir las aguas luego de las victorias de 2007 y 2011. Acusado de autoritario y de poseer una visión conservadora, el mandatario tuvo que soportar manifestaciones masivas en junio de 2013 y críticas internacionales por la violenta respuesta. El bloqueo de redes sociales y las presiones a la prensa fueron claves para un cambio en la concepción de su figura. El amplio espacio que le dio en el último tiempo al Islam también es objeto de crítica por parte de los sectores laicos.

Sin embargo en marzo el partido de Erdogan fue el vencedor de los comicios locales, a pesar del escándalo de corrupción que derivó en la dimisión de cuatro ministros. El mandatario acusó al movimiento de Fetula Gulen, autoexiliado en Estados Unidos, de hacer una campaña en su contra, desatando una purga contra policías, jueces y fiscales. En este sentido el politólogo español Eduard Soler identifica ciertas características de esta segunda etapa de Erdogan en el poder: un lenguaje insultante, la apelación a las conspiraciones, un enfriamiento de la política exterior y un freno al acercamiento con Europa.

En este contexto Erdogan volvió a ganar una nueva elección y asume una jefatura de estado que hasta el momento tuvo carácter simbólico. El mandatario aspira a cambiar la Constitución tras las elecciones generales de 2015 (que renovará el Parlamento) con el objetivo de transformar el régimen parlamentario, adjudicándole al presidente funciones como la de disolver el Parlamento o nombrar ministros. Para realizar las reformas, el AKP deberá contar con una mayoría parlamentaria. Por ello son claves los diputados kurdos y también el proceso de paz iniciado en este último tiempo. Los reclamos de derechos sociales y políticos de los kurdos seguramente entren en una cadena de dar y recibir con respecto a las aspiraciones de Erdogan.

Al asumir como presidente, el cargo de primer ministro de Turquía fue ocupado por Ahmet Davutoglu, hasta hace pocos días ministro de Exteriores. Erdogan necesita un jefe de gobierno que responda a él, al menos hasta que no reforme la Constitución. Aunque Erdogan en su último discurso prometió fortalecer la democracia es difícil pensar que el mandatario se alejará del curso que tuvo su gobierno en los últimos años. Si bien marcó como prioridades la integración con la Unión Europea, la aplicación de reformas democráticas y la consolidación del proceso de paz con los kurdos, cuando se emprende un camino hacia el autoritarismo, difícilmente se vuelva atrás. Los cambios de reglas constantes para beneficio propio no condicen con las principales teorías democráticas.

El panorama político turco es complejo. El enfrentamiento con los opositores, acusándolos de traidores e imponiendo el concepto de la lucha entre el pueblo (que él representa) y el enemigo, denotan una deriva populista. Erdogan representa una mezcla de convervadurismo, neoliberalismo en lo económico y antiliberalismo en lo político o quizás un populismo con un componente religioso. En este sentido cabe destacar algunos conceptos con respecto al populismo. Según el analista e investigador Anthony Painter, el ascenso del populismo de derecha es uno de los hechos más significantes del último tiempo en Europa. Un populismo que no busca remplazar la democracia sino cambiarla, oponiéndose a los pesos y contrapesos de la democracia liberal. 

En lo que refiere a Europa, el politólogo Germán Clulow citando a Matzoleni marca ciertas características centrales del neopopulismo europeo: la valorización excesiva del pueblo y el hombre de la calle como pieza central, demanda de participación política directa, desconfianza a las elites, la exaltación del líder como eje aglutinador y por último, un equilibrio precario entre la crítica y aceptación al sistema. En los últimos años se pueden observar algunas de estas características mencionadas en Erdogan. Principalmente esa apelación a la “nueva Turquía”, contrastándola con el pasado al que él no pertenece.


Populista o no, Erdogan se está alejando de aquel modelo de democracia musulmana que el mundo observó en una primera instancia. Resta esperar si los cambios realizados son simplemente para mantenerse en el poder o para avanzar fuertemente hacia un autoritarismo, aunque la primera sea ineludiblemente parte de la segunda. Debemos estar atentos al futuro de Turquía, clave por su rol estratégico en una zona conflictiva que incluye asuntos como Gaza, Siria, Irak y el Estado Islámico.

lunes, 25 de agosto de 2014

El vacío de poder en Irak

A casi ocho años de la muerte de Saddam Hussein y más de diez años de la invasión norteamericana, Irak continúa siendo noticia. El grupo ultra radical y violento Estado Islámico (ISIS) persigue minorías, instala el terror e intenta imponer un Califato sobre los territorios que controla, desde Siria a Irak. El exterminio de minorías religiosas es una de las primeras consecuencias del gran resurgimiento de los yihadistas en Irak.

El poderío del grupo armado Estado Islámico es uno de los resultados de la interminable guerra de Irak. Fundado en 2004 durante la ocupación norteamericana pero rebautizado en 2007, esta agrupación se fue radicalizando al punto de operar de forma independiente a Al Qaeda. Ubicada en los desiertos del sudoeste iraquí (provincias de Anbar y Niniv), el 10 de junio el Estado Islámico tomó la ciudad de Mosul, la segunda más importante de Irak.

Este movimiento yihadista sunnita es un grupo con ideas primitivas que busca establecer un régimen político perteneciente a otra era, utilizando el terror como un arma para acosar a los civiles. El Estado Islámico tiene presencia en Siria, diluyendo las fronteras con Irak y asumiendo el control de la ciudad de Raqqa. En estas zonas de Siria se ubican los grupos que están en guerra frente al gobierno de Bashar al Assad. Incluso los rebeldes “moderados” acusan a los integrantes del Estado Islámico de querer robarles la revolución. 

El Estado Islámico avanza hacia el Kurdistán iraquí y comienza a prender las alarmas en el mundo occidental. Es que allí habitan los kurdos, uno de los pueblos de Medio Oriente que nunca recibió una tierra propia en la participación post caída del Imperio Otomano. La mayoría de los kurdos son musulmanes sunnitas, representan casi el 20% de la población de Irak y poseen una fuerte voluntad de independencia. Situados en el noreste del territorio iraquí, los kurdos intentaron aislarse del conflicto político entre sunnitas y chiitas en la Irak post Saddam.

El avance del Estado Islámico hacia el Kurdistán concentra la atención por las atrocidades cometidas y debido a que la región, ubicada entre el mar Negro y Caspio, es una cuenca petrolífera importante. El control de la zona por parte de los kurdos, con su líder Masud Barzani y su ejército Peshmerga, constituye una tranquilidad para Estados Unidos y el mundo occidental. Es por ello que en estos días y con el objetivo de frenar el avance de los extremistas, el ejército norteamericano bombardeó algunas regiones y lanzó raciones básicas para las poblaciones atrapadas en las montañas.

Una de las minorías religiosas que están viendo sus derechos vulnerados son los Yazidíes. Considerados adoradores del diablo por parte de Estado Islámico, este pueblo intenta escapar a las montañas para no sufrir el terror de lo que el médico español Juan Sotomayor, en declaraciones al diario El Mundo de España, define como “genocidio medieval”. Se calcula que son casi medio millón de desplazados por el avance del Estado Islámico, una catástrofe humanitaria.

Una de las causas de la expansión del Estado Islámico es la falta de control de zonas aisladas en Medio Oriente. El gobierno de Irak, situado en Bagdad, controla solamente franjas de su territorio que es parte de un triángulo de poder (chiitas, sunnitas y kurdos) al que se han sumado los yihadistas. Los chiíes, que representan un 2/3 de la población, están en el poder desde 2006 con Nuri al Maliki como primer ministro. Los sunnies de la alianza Al Iraqya, políticamente en la oposición, reclaman desde hace años que son dejados de lado. La tercera punta del triangulo son los kurdos que dejaron el gobierno por no estar de acuerdo con las políticas de Al Maliki.  

Pero la cuarta pata, los yihadistas, apareció debido a que no todos los sunnies reaccionaron de la misma manera ante esta exclusión que sintieron por parte de Al Maliki. El vacío de poder hizo que el 2013 fuese el año más sangriento desde 2008, debido a los resentimientos religiosos. Es por ello que las presiones internacionales hacia Al Maliki, por la falta de apertura, llevaron a que el primer ministro dimitiera en las últimas semanas y abriese la cancha para que otro chií pueda llevar adelante políticas inclusivas y logre un gobierno de estabilidad nacional.

El nuevo mandatario Haidar al Abadi tendrá la difícil tarea de reconstruir un país afectado por las divisiones. Para ello deberá no solo negociar internamente sino internacionalmente. Irán, clave por el apoyo que brinda a la comunidad chií, y Estados Unidos, aliado de las fuerzas kurdas, serán claves. Es que estos países así como otros de la región, como Turquía, tendrán que asumir un rol preponderante para derrotar al Estado Islámico y ayudar a la construcción de un país estable.


Quizás por su hegemonía preponderante en los últimos 20 años, Estados Unidos debiera liderar las nuevas conversaciones. Washington con su invasión a Irak fue importante en el resquebrajamiento de esta nación. Ahora deberá tener un rol preponderante para allanar caminos, no solo combatiendo a los yihadistas y defendiendo sus intereses en la región, sino también para ayudar a Irak a llenar los vacíos de poder, que son una de las causas de la emergencia de estos grupos ultra radicales. Con vacíos de poder no solo me refiero a que el Estado esté presente sino a generar mejores condiciones de vida  para una población que en el contexto actual es muy vulnerable y fácil de atraer por parte de grupos como Estado Islámico. 

lunes, 18 de agosto de 2014

Números que encandilan en Colombia

El gran crecimiento de la economía colombiana en los últimos años comienza a llamar la atención en la academia. Antes que nos invadan los artículos sobre lo bien que está haciendo las cosas Colombia, vale destacar algunos puntos de esta transformación de un país que no solo es la hermosa Bogotá ni la ordenada Medellín, también es la abrumadora pobreza de la región costera.

Colombia es hoy una especie de combo perfecto para los neoliberales. En primer lugar porque tuvo un crecimiento de 6.4% en el primer trimestre de 2014, que lo posiciona al tope en el mundo. Luego porque tiene un desempleo de 9.2%, lo que refiere un gran avance con respecto al 15% de los últimos años pero que aún es alto con respecto a la región. Por último, porque posee una inflación controlada por debajo del 3% anual. Estos números, sumado a la tasa de inversión que se sitúa en niveles récord, merecen un destaque en una región que crecerá menos del 2%, su peor cifra desde 2009.

En este contexto la revista The Economist, muy seguida en tiendas conservadoras para explicar lo que se debe hacer, dedicó un capítulo a Colombia, país que estaría superando a Perú como nueva estrella de la región. El presidente Juan Manuel Santos, beneficiado en su momento por el incremento de los precios del carbón y petróleo, aseguró que Colombia está pasando por el mejor momento económico de su historia. Esto posibilitó la negociación para formar parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), conocido como “club de los países ricos”.  

Pero la pregunta que se genera es si estos números llegan al conjunto de la sociedad y si la ciudadanía puede sacar provecho de este crecimiento económico. Para ello se debe observar los indicadores sociales de Colombia, país de 47 millones de habitantes. Actualmente se estima que un 30% de los colombianos viven bajo la línea de pobreza, número que ha venido decayendo con los años. Sin embargo cabe destacar las diferencias entre las regiones, por ejemplo entre Bogotá (13%) y el Departamento de Chocó (64%), ubicado al noroeste de Colombia.

Además, a ese 30% se le suma un gran porcentaje de personas en vulnerabilidad, fruto de los bajos ingresos y la elevada informalidad. En lo que refiere al Índice de Desarrollo Humano, Colombia tiene un puntaje de 0.710, número por debajo del promedio de Latinoamérica. Incluso es uno de los países más desiguales de la región, aunque mejoró en el Índice Gini. Esto quiere decir que si bien los avances han sido importantes, el camino por recorrer es bastante más largo de lo que aparenta.

La exclusión y los acuerdos de paz son los dos grandes desafíos de este nuevo mandato de Santos, que comenzó hace pocas semanas. Tal como el propio presidente lo expresó, “la paz total no es posible si no hay equidad”. Según el informe de la OCDE, un mejor desempeño en el mercado laboral ayudaría a reducir la desigualdad en un país con un sistema fiscal que recauda poco, que permite una redistribución muy reducida y que no es suficiente para financiar los programas sociales.

En la elección presidencial de este año, el ex presidente Álvaro Uribe terminó empujando a Santos hacia el centro. Su confrontación por las negociaciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) determinó un clivaje claro entre Uribe-Santos, lo cual marcó un apoyo de fuerzas de izquierda al actual presidente, a pesar de que existen amplias diferencias en materia económica. En este contexto y luego de ser reelecto, Santos volvió a posicionar su gobierno en el marco de la “Tercera Vía”. Esta corriente, apoyada por Tony Blair y Bill Clinton, busca un camino del medio entre la socialdemocracia y el neoliberalismo, tal como lo definía Anthony Giddens.  

Sin embargo es interesante remarcar la opinión del académico norteamericano, James Robinson (autor del libro ¿Por qué fracasan los países?), quien destaca que la Tercera Vía es una serie de opciones para Estados modernos que controlen el monopolio de la violencia y con una democracia participativa, entre otras exigencias. No sería el caso de Colombia, que lejos está de ser un Estado que provea a todos los ciudadanos de servicios básicos y derechos. Incluso uno de los puntos clave del libro de Giddens es la lucha contra la exclusión, aspecto que la élite política colombiana, desligada de la sociedad, nunca llevó a cabo.

Con la asunción de Santos se reiniciaron las negociaciones en La Habana. En las próximas semanas, tal vez meses, discutirán sobre cómo resarcir a las más de seis millones de víctimas que lleva este conflicto. Es el cuarto punto de una agenda que ya logró ciertos acuerdos en el tema agrario, la participación política y el narcotráfico. La paz, en esta sociedad partida en dos mitades, significará el fin de los desplazamientos, una mejora del desarrollo rural y un crecimiento en infraestructura, clave para este país agroindustrial.

Pero también las negociaciones de paz podrían posibilitar un crecimiento de las fuerzas de izquierda en un país históricamente de derecha. La legitimización de la izquierda, hasta hace poco asociada con la FARC, permitiría incluir en la agenda temas importantes para que Colombia continúe superando los problemas de una nación subdesarrollada. Una fuerza política que presione hacia cambios profundos que permitan incorporar a este hermoso país en la lista de naciones con un desarrollo humano alto. Quizás una convivencia y alternancia de partidos de centro derecha y centro izquierda.


Por eso es que antes que las luces nos encandilen por el gran crecimiento económico colombiano, sería bueno entender que si es considerado por Santos como un comienzo, es algo valorable. Pero si el crecimiento sin inclusión es un fin en sí mismo, deberíamos recordar que en el Departamento de Chocó los números de pobreza son de nivel africano.